Cortinas al viento desde mi casa y tras
las ventanas ninguna bandera. Solo hay
un faro y por las noches sigue apagado, la luz está conmigo. Todo amanece en la
quietud, en el silencio nace el ritmo.
Siento
por dentro un impulso que empuja
y presiona y late hacia fuera
Aire y movimiento. Respirando, me siento
viva. Todo tiene ritmo. Sonido con un propósito. Bailar despacito al son de una
puesta de sol. Bailar rapidito con el sonido de las semillas en un bol . Bailar
penetrante con el golpe de las olas constante en la roca erosionada por el beso
lascivo del mar. Sentir los pies como
dueños del resto de mi cuerpo. Pisando fuerte la hierba, el suelo, la arena en
la que muevo mi cuerpo y lo balanceo buscando equilibrio.
Sin pensarlo me muevo.
Música. el chasquido de mis huesos
tintinea en lo profundo de mi, le doy carne a este ritmo antiguo que se cocina
en el ocaso. Mi sangre fluyendo por primera vez va impregnada de ritmos ancestrales.
El ritmo se incrementa en los brindis del
banquete. Es una fiesta interior que colma su celebración saltando yo al mar. Salpicando el aire que
aguarda por encima. El cielo sereno va cambiando de colores a lo largo del
día y me hundo mientras las luces que penetran el agua azul llegan
al fondo, donde quiero estar yo. Silencio, quietud. Se acerca el final, la
marea se lleva la piel que he mudado.
Mi
peso dócil en el mar, me dejo mecer por la
muerte de lo que ya no es. Aquellos
ritmos murieron y el agua pare otra música arrulladora en la orilla donde
emerjo y
me pego al arena que me espera para reposar, me muevo en el suelo de la
playa, soy tortuga que nace entre las palmeras.
El ritmo va creciendo, es un ritmo joven,
es un potro aprendiendo a trotar. Sobre
mis rodillas y mis manos bailo, aprendiendo, errando, dejándome caer y me
vuelvo a levantar con gracia. Cada tropiezo forma parte de mi danza. Soy
animal.
El mediodía arde y en este infierno muevo
mis caderas entre ramas y maderas abandonadas en la playa. Alboroto el arena, el mar lame mis pies y mis huellas.
Entro y salgo de él , la orilla me salpica el cuerpo entero, se une a la
fiesta. El ritmo es adolescente, se torna sensual y tímido y los movimientos
son finos. Mis manos dibujan en el aire. Soy
flor que pronto será fruta verde.
El sonido madura y el baile es mi
dominio. Salto, retumban los tambores. El trance se acerca. Cae la noche, ya no
estoy sola el ritmo es la gente, la gente que me acompaña viviendo. Soy ritmo
también. Coincido, camino, colisiono mis
brazos con otros, se enreda mi cuerpo contigo. Nos hemos elegido, somos canción.
El ritmo se vuelve binario, dual. Somos
el sonido. Ellos tocan el tambor con las manos, nosotras la tierra con los pies
descalzos. La música se alza en la noche, la luna está cada vez más cerca. Me
siento tribu, me siento como el aire caliente
que emano entera, me siento como el agua que bebo, me siento como el beso que hago y deshago junto a tu
boca.
Respiro, llega el trance, inspiro. El
ritmo trasciende, me golpea en el pecho. Se vuelve corazón, que bombea en cada uno de nosotros. No
hace público, el ritmo se inviste a si mismo en su propio aplauso.