sábado, 7 de enero de 2012

De penitencias y condenas

Te sientes agitada en un rincón de tu alma pero hay una cota de malla que pesa sobre ti. No deja palpitar a tu corazón libre. Solo puedes cabalgar sin moverte paradójicamente, bajo una niebla muy densa.Notas un sabor amargo al fondo de tu boca y necesitas azúcar. Pero no solo te pesa el alma , esta ha podido contigo y te pesa cada hueso y miembro de tu cuerpo. Vuelve a ser de noche y reina ella que con el ruido de tus pensamientos que arden bajo el sol , no puede alzarse , pero con el frio todo aguarda , y se hace reina cada vez y tu te arrodillas ante ella , pues sabes qe has vuelto a errar y que tu condena es ser su súbdita. En la corte del silencio , solamente puedes darte cuenta , que solo estas tú. A palacio has llegado arrastrando los pies y tus pecados , lamiéndote las heridas más recientes , olvidando la antorcha que ilumina tu camino , en la última batalla . Has vuelto como una niña obediente. Y te esperan los lacayos que te acogen sin mirarte. Pues das pena , amiga mía , pues apestas al sudor del vicio , vuelves a estar sucia. Y lo sabes y te reconcomes por dentro , dejas que tu propia compasión te consuma entre sus sabanas tan suaves. “Esta ha sido la última noche” y miras hacía el cielo y rezas a tu Dios , para que haga fuerte tu voluntad. Y aún así tienes la certeza que mañana volverás a repetir. La esperanza vive en ti y tu la malgastas , revolcándote en tu sangre putrefacta. Y con la voz entumecida y tu cabeza mareada gritas al viento , en lo más alto de una torre , en la ventana de tu alcoba “ olvídate de mí”. Pero el viento se resiste a olvidarte , mientras surquen por él tus dudas. Entrada ya la noche cerrada , te duermes sin soñar y a la mañana siguiente te levantas con la misma sensación de mezquindad . Te preparas para el nuevo día , te preparas para saludar y postrándote ante su trono , ahí esta tú única dueña , tu reina , la soledad,que aplaude y con media sonrisa comenta “ Eres mi súbdita más leal”. De pronto te despiertas de verdad! Y recuerdas tus promesas y recuerdas que tienes fuerza , te deshaces de la compasión y te invade la tristeza , pues aunque no lleves puesta la cota de malla , es demasiado tarde , te sujetan unas cadenas.

“De nada sirve arrepentirse , cuando has convertido la penitencia en tu condena” canta el trovador.