viernes, 1 de noviembre de 2013

Ser un psicoterapeuta (Humanista Integrativo)


Ser un buen psicoterapeuta es entender a la persona que tienes delante, aceptar como es, y conectando con ella , acompañarla en su superación. Entendiendo superación como crecimiento personal, como evolución de ciertos estados de la persona que no te dejan crecer.  San Agustin decía “ Comprendete, Aceptate y Superate” ser un buen psicoterapeuta es saber acompañar a una persona en esos procesos.  Saber acompañar a una persona consiste en conectar con ella , en relacionarte con ella, en crear un lazo sano sobre el que trabajar su proceso que crecimiento.
Crecer es un proceso global de la persona que afecto por ende a todas sus dimensiones, mental, emocional, corporal y sin duda alguna para mi, espiritual. Crecer como persona no es un proceso que ocurra de manera separada en sus dimensiones,  toda la persona participa en este proceso. Por ello un buen psicoterapeuta, mediante la relación que nace y se establece con la persona ha de acompañar , ayudar, sostener, dotar de capacidad de elección a la persona para conseguir que el paciente por si mismo crezca y evolucione.
Esta relación terapeuta-paciente , ha de ser desde el principio una relación persona-persona, dado que este tipo de relación es la relación realmente terapéutica. La diferencia que tendría esta relación persona- persona con cualquier otra relación es que el terapeuta tiene las habilidades y aptitudes para dotar a la relación de “buena salud relacional”. Es decir el terapeuta sabe como crear una relación sana en la que se satisfacen las necesidades relacionales del paciente y se va enseñando al paciente a crear el mismo relaciones sanas.
¿Por qué centrarse tanto en la relación cuando parece que una persona tiene un problema específico de auto imagen o una dificultad o un trastorno de ansiedad o una fobia a las agujas? ¿Acaso estos problemas no conciernen exclusivamente a la persona y no sus relaciones?  Cualquier problema que una persona pueda tener es específico y único de si misma y al mismo tiempo tiene un componente relacional con el mundo que le rodea. La corriente humanista  sostiene que la relación de una persona con otras y con el entorno que le rodea es la clave sobre la que incidir para conseguir una mejora en esa persona, porque el afecto que es la base de cualquier relación, un afecto sano, es lo que sana a una persona. Como afecto se entiende sentir aprecio, importancia hacia la otra persona y darle la seguridad de que ese afecto es real , estable y consistente. Sobre ese manto de afecto, la persona sin miedo puede verter y exponer todos sus conflictos internos y problemas para trabajarlos en compañía del psicoterapeuta.
Un buen psicoterapeuta atenderá a los detalles de todas las dimensiones y de la totalidad que es una persona. Cuidará la dimensión mental ya que los pensamientos, la razón y la estructura mental son esenciales para explicar y operar en el mundo. Cuidara la dimensión emocional, porque en esta dimensión residen las heridas profundas que nos han hecho, y es la fuente más accesible al afecto. Cuidará la dimensión corporal porque en esta se expresan muchos síntomas de malestar psíquico y emocional. Cuidara la dimensión espiritual porque entendiendo esta dimensión como la capacidad de trascender humana , es la que dotará de significado nuestra vida. Un psicoterapeuta buscará la relación entre estas dimensiones y la integración total de las mismas. Un buen psicoterapeuta sabrá que una persona siempre es una persona por muy destrozada, enfadada o confundida que esta pueda estar. La terapia que le proporcione ira cargada de afecto, de respeto y de compromiso hacía quien tienes delante y te pide ayuda.