Para acompañar un proceso de duelo de una persona y
que esté proceso sea exitoso para esa persona el psicoterapeuta lo primero
de todo haber realizado el mismo en su piel un proceso de duelo, ya que
además de ser de gran ayuda y liberación para el propio psicoterapeuta, el
haber pasado un proceso de duelo capacita al psicoterapeuta a entender,
empatizar y colocarse en el lugar de la persona que va a realizar un duelo.
Tras este primer requisito, un psicoterapeuta
necesita confiar en su paciente, darle la impresión verdadera y honesta
de que sabes y crees en su capacidad para realizar este duelo.
Un psicoterapeuta para acompañar un duelo además
necesita tener un gran sentido del respeto que haga sentir al paciente
que lo que está viviendo, experimentando es válido desde la primera negación de
lo ocurrido hasta el momento espectacular de sentir gratitud tras el perdón.
Este respeto es crucial para que él paciente poco a poco dejé de negar lo que
está ocurriendo, porqué el psicoterapeuta está validando que necesite negar lo
ocurrido al principio para prepararse a la aceptación después. Este respeto,
esté mensaje de “está bien que estés así, está bien que ahora no quieras mirar,
está bien que niegues lo ocurrido” relaja al paciente y le permite sentir esa
negación que en mi opinión es un mecanismo de defensa para no sentir
súbitamente el profundo dolor de la pérdida, por ello un psicoterapeuta
necesita tener la habilidad para poco a poco ir instando al paciente a
racionalizar lo ocurrido, al ritmo que necesite el propio paciente. Este
respeto también fomenta que el paciente se sienta seguro para poder expresar la
tristeza por lo perdido, la rabia por lo incompleto y el miedo por el vacio que
nos deja una perdida ( sea cual sea y variando la intensidad de las emociones
según la profundidad del vínculo con el objeto/sujeto/relación perdido).
Un buen psicoterapeuta en un proceso de duelo será
y se mostrará cercano, accesible, cálido , incondicional ante las
expresiones emocionales del paciente, ante su frustración, su tristeza , su
rabia y su miedo. Ante todas ellas hará sentir al paciente mediante la cercanía
física, emocional y racional del propio psicoterapeuta que no está solo, que
está bien que se exprese, que liberé, que desbordé, que deje de retener esas
emociones que producen bloqueos. Un psicoterapeuta necesitará paciencia que
viene dada con el respeto del que hablaba antes, y sabrá indagar con el
paciente en las causas profundas de esos dolores emocionales, utilizando el
arte de las preguntas y de los silencios, donde el paciente podrá realizar su
propia toma de conciencia y preguntarse ¿cómo le afectan esos dolores? ¿para
qué los mantiene?estas preguntas estarán presentes en todas las fases para
asegurarnos que el paciente decide de manera autónoma y sanadora.
El
psicoterapeuta para hacer un buen duelo ha de ser tremendamente CREATIVO.
En un proceso de duelo al tener que canalizar la energía (emociones) que está
bloqueada, el paciente necesita hacer algo real, físico, tangible y símbolico
que libere esas emociones. Necesita llevar a cabo rituales. Por esta
razón el psicoterapeuta tiene que estar dotado de creatividad que facilite y le
de ideas y estimule al paciente a realizar rituales para liberar esa energía.
En mi opinión hay rituales clásicos como son los funerales, el entierro, las
cartas de despedida etc. Sin embargo no todas las personas utilizan y les sirve
el mismo tipo de simbología y de rituales y por ello el psicoterapeuta ha de
ser creativo para ayudar a la persona en proceso de duelo a encontrar los
rituales que realmente le sirvan. Ayudarle a descubrirlos y crearlos. La
persona en esos momentos puede estar bloqueada o centrada en el duelo y su
creatividad puede no estar en pleno fulgor, pero con la ayuda del
psicoterapeuta, el paciente puede reactivar su creatividad e incluso sentir esa
creatividad como algo positivo, como un punto de luz. Una mente abierta y
creativa por parte del psicoterapeuta hará que para el paciente que no conecte
con los rituales clásicos encuentre su camino de liberación, perdón y más
adelante gratitud.
Por último el psicoterapeuta ayudará a recordar y
fomentará la etapa de gratitud, ya que quedarse con lo fructífero de cualquier
relación es lo que nos hace crecer a todos.
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