Ya es invierno, pero sigo yendo al parque con mi nieto . Corre , salta , juega con los demás niños mientras yo le vigilo desde un banco , de vez en cuando viene y me pide que le cuente una anécdota , y hoy me he acordado , de lo mucho que me gustaba pasear por el parque que había debajo de mi casa , que tenía que cruzar cada mañana para ir a la universidad y volver.
Blanco , silencio …
Cuando necesitas parar el tiempo y simplemente respirar , dormir es a veces la única solución que barajo entre mis manos , caer en un sueño profundo pero con este trasfondo , blanco y silencioso en el que los dobles sentidos no están , ni los pensamientos de más existen …
Es agotador ser yo misma . A veces.
Otra alternativa para escapar del mundo durante unos instantes es sentir el mundo que me rodea,paradójicamente. Por la mañana las hojas del parque están secas y olvidadas en el suelo y mientras yo no estoy delante el viento las levanta las desordena y al anochecer , cuando vuelvo a casa no están en su sitio , rozan ligeramente el suelo y brillan rociadas por el frio y las farolas. Huele tan bien , es un inconfundible olor a noche. Me voy y vuelvo contenta , pero entremedias , mis emociones me han llevado lejos , me han mantenido cerca , me han lanzado contra el aire , me han expuesto ante tus ojos …me han arrastrado contra el arena …
Arena , es una mezcla de tambores resonando por detrás mientras un silbido se despereza alegremente y una trompeta nos lo da todo . Fuerza , energía, éxtasis. Los tambores continúan y una guitarra empieza a cantar seguida por unas voces al unísono que sobrecogen tu sonrisas y la ensanchecen un poco más y se repite hasta que dejas de escuchar el arena debajo de tus pies al salir de mi parque .
Pero mi parque nunca ha sido tan interesante como aquella vez que decidí quedarme en casa a contemplar las vidas ajenas y descubrí a un cocodrilo escondido devorándose a la luna.
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