Me gusta más el verbo descubrir que aprender. Descubrir
conlleva un aprendizaje, espontaneo en el que después del descubrimiento
decides tú si quieres quedarte con ese nuevo aprendizaje o no. Aprender
conlleva la “obligación” de adquirir una nueva competencia, habilidad,
concepto. Aprender conlleva la “obligación” y el “deber” de tener que adquirir
algo. Mientras que con el primer verbo después de conocer el objeto que puedes
adquirir decides o no si lo adquieres.
Hoy he descubierto que el peso no es una carga. El peso del
dolor profundo e íntimo que se agarra y sujeta nuestros
huesos y músculos, está cargado de presencia (presencia: estar aquí y ahora, en
el momento presente). Después hay que saber colocar y sentir el peso para
sentir nuestra presencia. Para ello, yo he aprendido a sentarme. Sentarme sobre
un taburete, colocando mi peso en mi centro gravitatorio en ese momento, en mi
zona pélvica ( donde reside el “PODER”) y glúteos. El peso ha cobrado una sensación diferente, ha
cobrado importancia, función y potencial. Respirando y exhalando todo el peso
hacia mi centro gravitatorio, de tal forma que el resto de mi cuerpo se
sostenía solo con una postura correcta
sin el supuesto esfuerzo que requiere por parte de los abdominales mantenerse
erguido sin cargar la espalda. Y es que es importante “Comenzar desde donde estás”*. Si estás sentado
comienza por ahí. No intentes cambiar de postura de lugar o de estado emocional
o pensamiento cognitivo para cambiar. No se puede cambiar para entonces poder
“SER”. “Eres” y entonces tienes el potencial para cambiar.
Me angustió muchas veces y me pierdo en los laberintos,
saltos y malabares mentales de mi cerebro. Procuro recordar y sentir, cuando
“recoloco” mi peso, que aunque en algunos momentos no sepa quién soy aún así
estoy “siendo” y por lo tanto puedo encontrar una fisura entre el ramaje
mental, por la cuál vislumbrar quién soy.
*Pema Ghodron