Desde que empezó a crecer la última luna , las noches ya no caen , no se derrumban sobre mis ojos para sedar mi conciencia y obligarme a soñar. Ahora las noches llegan a paso lento y se sientan sobre mi hombro derecho , cruzando las piernas , se desnudan desprendiendo toda su elegancia. Ahora me arrullan con su ausencia de luz , y si la hubiera , no dudaría en apagarla , y permanecer a oscuras.
No dudaría en ver sin agudeza , en limitarme a la presencia o ausencia de luz , sin tener que definir la forma. Necesito colmarme con el contenido. El contenido de la espera.
Las noches ahora se posan tras mi ventana , se sientan . y por fin se calllan.
Ahora son largas , acompaño sus horas con palabras . Palabras que se buscan , frase tras frase , conversan entre sí , movilizando mi pensamiento , como arcilla que se esculpe y se deshace una y otra vez.
Solo tengo una deuda pendiente con las noches por lo que me acercare al cielo azul oscuro para que me diga, porque tienen que cuidar ellas a ese impulso que he parido yo , que es fruto de mi ser y ahora crece por debajo de su atmósfera . ¿Que precio y con que moneda tengo que pagar el rescate?
No quiero que ocurra uno de mis fenómenos sobrenaturales tan deprisa , que me lo devuelvan, porque así crecera un infante hecho de palabras que al cumplir su mayoría de intensidad , se convertirá en fenómeno , en explosión de significado , arrasara con toda imposición . Finalmente llegará a ser un acto.
Por eso invito a la noche a mi casa , una vez más , para negociar , y si no hay acuerdo para volver a sentir como late ese impulso desde lejos al unísono con sus hermanos , que laten bajo mi piel.
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