Ayer por la noche mi mente se disipó y
sentía el cerebro esparcido por mi cráneo, derretido y palpitante: lento. Ahí
es cuando todo lo que tiene que salir del cuerpo adormecido sale, las luces
disparan a los ojos. La mirada gira, el sonido se olvida. Apareció un batido de
vainilla a la 1:00 a.m, delicioso. Se me hincho la tripa como un globito de
cumpleaños,
-aunque este había sido hace una semana.-
La
pajita era rosa con estrellas blancas, al terminar la limpié y me la lleve a
casa. Está en mi bolso, no se que haré con ella. La mesa sobre la que reposaban mis brazos y mis codos era de rayas blancas y rojas, de mirarlas acabé
mareada.
Volver a casa, mi cama blanca, el sueño,
dormir, cerrar los ojos y acabar con aquel color flúor estridente.
-Eso hice. –
Ahora por la mañana, despierto con la luz
azul blanquecina que se desliza por debajo del estor tupido, me gusta ese
color, me gusta la sensación de escondite que me proporciona. Y así me levanto de mi
cama y abro las contraventanas y entra el día entero por los cristales,
inspiro, quiero más, abro las ventanas y se escucha el corta césped en el patio
ajardinado donde el portero de los domingos, cada domingo corta el césped,
despacio, arrastrando sus pies.
Mi estómago molesta, se queja, desayunar
despacio, sin prisa, caminar mil veces de la cocina a mi cuarto, pocas veces
desayuno fuera de mi cuarto.
-Galletas, Té. Té de melón blanco,
galletas con pepitas de chocolate, solo he probado el té por ahora, estoy
escribiendo.-
He
preparado el té con las manos y me he manchado de hojas verdes y secas la mano
derecha me ha gustado la sensación, comer con las manos y los labios y la boca.
Y colocar los ojos sobre la comida breves instantes, comer sin mirar, comer con
dientes y la lengua y el paladar sentir las mejillas calientes por dentro,
moviendo la comida de un lado a otro. Sentir el calor en las yemas de los dedos
y apagarlo con mi tacto y mantener la temperatura suficiente entre mis dedos
para que al llegar a la boca, apetezca saborear. Agua. Zumo. Vino. Todo frio.
-Quisiera poder olvidarme de las bebidas
con gas. –
Comer hablando, riendo. Compartir comida.
Compartir la noche. Compartir el calor, la ciudad, el ruido.
Las calles sucias y las calles limpias
pasar de unas a otras, todas ardiendo.
Volver a casa de día o de noche o por la
tarde,
-echo de menos la lluvia que se llevaría
el aire caliente que sopla. Sopla.-
Volver a casa, a mi cuarto fresco que ahora huele a agua marina tras un baño de
ayer, con velas, incienso, huele muy bien.
-Apetece estar aquí. Por eso estoy aquí.
Escribiendo.-
Escribo y siento que hoy, ahora solo podría
estar sola así escribiendo, si no, no podría.
¿Qué hay detrás de esta verborrea? ¿Qué
hay detrás de escribir? Nada, todo. Todo es por su propio peso. Ahora mismo esto pesa.
Está siendo y eso pesa, como un recién nacido. 3, 200 Kg. El batido de
vainilla, el cerebro desplomado, esparcido entre huesos, el tazón de té, las
galletas, la lengua pesa. Las manos. Todo pesa, quizá hoy y ahora, escribir
este siendo eso, medir el peso de la
vida.
A una amiga mía le gustan mucho las
piedras últimamente, las colecciona, las baña en agua, no pretende regarlas que
consté, las piedras no necesitan crecer. Ya pesan. Ya son. Leer, escribiendo
esto pienso en Amelie Nothomb, en Marguerite Duras y ligeramente en Gabriel
García Márquez. Me inspiran en esto. Me gusta leerles me llena la boca de masa
de garbanzos con canela y luego me dan agua y explota en una fiesta en mi
pecho. Eso me ocurre al leerles. Soy consciente de que acabo de hacer un NAME
DROPPING, elegante. Pesan.
-Escribir hoy, ahora, para mi es Medir y
exponer el peso de las cosas. –
Volar es levantar ese peso y alejarlo o
elevarlo lejos del suelo, donde están en general las cosas que pesan.
Hoy bañaré mis piedras en agua, como hace
mi amiga. Me pondré crema en las piernas, encenderé incienso y ahí cerraré la
ventana. El agua marina no la comparto.
El
mar me espera, lo siento muy adentro, me llama. Yo le respondo. Iré en breves.
El mar lo sabe y por eso me llama directa al pecho. Grito por dentro, respiro
por fuera. Al meterme en el mar entraré con todo mi peso, caeré como una
piedra.
-Eso también es escribir gritar por
dentro, respirar por fuera e invertir el orden de esas palabras.-
Sentir conscientemente es pesar, es tener
peso. Es ESTAR.
Hoy como y bebo
Hoy escribo.
Hoy peso.
Hoy estoy aquí.