Es curioso como a veces me engancho en palabras de otros,
como columpios me balancean hacia el aire. Yo incauta me impulso hacia el
abismo y caigo de golpe en una tierra fangosa, que mancha mis zapatos y mis
pies y las manos con las que paro el impacto contra el suelo sucio y mojado.
Es curioso como en
esta tierra me siento alerta. El bello de la nuca se eriza, el recuerdo escuece
y el miedo trepa por mis piernas hacia mis rincones más íntimos y oscuros. Me
siento viva y descubro por milésima vez que esté es mi significado. Soy pecado,
soy prohibida, soy fruta irresistible entre los dientes de los lobos, de todos
los grandes monstruos que recorren los rincones de una ciudad en la que me
refugio.
Soy piel y cuerpo, soy sexo, soy labios mojados en zumo. Soy
la esencia del color rojo. Tengo corazón y cuerpo de niña pero gestos ,
expresiones y movimientos de mujer. Lo soy todo, soy la herida siempre abierta.
Y con las palabras de otros escritas en grandes novelas, en otras obras de arte
lejos de mi, me encuentro con mi abismo más profundo y más cercano, el de ser
niña y ser pecado, el de ser mujer y seguir herida.
Y me tiembla la boca y los dedos al repasar las líneas
infinitas que trascienden sus propias palabras, las palabras de otros…
Ese miedo invasor conquista mi ser y me vuelca sensaciones
olvidadas y conocidas, que me hacen perder toda consistencia. Quizá debiera
quemar tirar, esas novelas que aguardan en mi estantería para en noches como
esta hacer sangrar mis heridas y así recordar que SIGNIFICA estar realmente
viva, para qué vivo, sino es para representar y encarnar ese pecado, esa fruta,
esa niña sensual que juega con los mayores.
Las palabras de otros, grandes, gigantes de las palabras…las
palabras de otros que desgarran mis entrañas sin anestesia la tristeza primera
con la que ya nací y es laque me ha guiado a las cuevas de los lobos.
“Pequeño homenaje a Dolores Haze , y toda Lolita que camine
entre lobos todavía.”